Portugal. Día 6. Lisboa: Belem.

Durante la noche ha llovido sin embargo el cielo está despejado, empezamos a desayunar, a recoger, a ducharnos… le he cogido el gusto a esto de poner la calefacción y el café y después del café con la auto calentita darme una ducha.

Por la noche cuando empezó a llover quitamos el enchufe y al ir a ponerlo no funciona. Desmonto los enchufes, las niñas le piden un destornillador a una familia que está en la parcela de abajo, lo pruebo y no funciona. El padre de las niñas de Vigo me trae su adaptador para probar y tampoco, finalmente le pido al vecino de Madrid que me deje probar en su parcela y si va, así que voy a recepción y de repente se inicia una granizada en todo regla, cuando llego comprueban que efectivamente la E36 está sin luz, cuando escampa aprovecho para comprar el pan y vuelvo a la parcela para preparar unos bocatas y salir lo antes posible. Al rato llegan a levantar el diferencial y problema resuelto.

Decidimos coger lo paraguas por si se repite la granizada y cuando  estamos cerrando la auto vuelve  con más fuerza, nos refugiamos en recepción hasta que podemos remprender la marcha.

Esta vez el autobús tarda menos pues nos bajamos en Belem y no llegamos hasta el centro, además va casi vacío mientras que ayer iba totalmente lleno. Definitivamente el Jueves Santo no es fiesta en Portugal y el Viernes Santo si lo es.

Nada más bajar nos vamos a la cola para entrar al Monasterio de los Jerónimos, las niñas se sientan en la escalinata de la puerta principal a la iglesia del monasterio y unas, digamos orientales, le echan fotos y vienen a preguntarme que por qué las chinas les echan fotos a ellas.

Al llegar a la entrada nos enteramos que hoy no cobran, es gratis, aunque te dan los billetes. Nada más entrar accedemos al claustro, para mí los portugueses son especialistas en majestuosos claustros como los de las catedrales de Oporto o de Évora, pero éste sin duda los supera a todos. Recorremos sus galerías inferiores donde está la tumba del famoso poeta portugués Fernando Pesoa y subimos a las superiores por la escalera principal cuando todavía no nos hemos sobrepuesto de observar esta maravilla del XVI accedemos al coro alto de la iglesia y si del claustro ya había oído hablar, la iglesia manuelina no le va a la zaga, simplemente grandiosa.


Por una especie de túnel bajamos para ir a la iglesia, a la entrada observamos un Cristo parecido a los vistos en Óbidos y San Roque. Recorremos el interior y en la salida descubrimos la tumba de Vasco de Gama.


Cuando salimos vemos que la entrada al Museo Arqueológico Portugués está allí mismo, el Museo está dentro del propio monasterio. La foto de la entrada es de un sarcófago egipcio y como la pequeña ha dado en clase la cultura egipcia decidimos entrar aunque no visitamos todas las salas y otras las pasamos muy rápidamente. Al llegar a la parte dedicada al antiguo Egipto la experta nos ilustra sobre papiros, Nefertitís y momias de la que vemos un ejemplo.

Al salir decidimos comernos los bocadillos en el parque entre el monasterio y la torre de los descubrimientos, al acabar nos vamos para el monumento. Justo delante en el suelo hay una gran rosa de los vientos con un mapamundi en su interior donde están señalados los descubrimientos portugueses.

Me acerco al monumento y veo que se puede subir, hay un ascensor, pero creo que no merece la pena pagar 3 € sólo por las vistas, así que fotos de rigor y en marcha hacia la torre de Belem. El camino se hace largo, además cuando creemos estar llegando comprobamos que el paseo está cortado por la entrada a unos pantalanes de atraque por lo que hay bordearlo, el rodeo es bueno.

Llegamos a la torre y las niñas se dedican a apuntar con los cañones, salimos al patio y después bajamos a las mazmorras donde tengo que entrar casi a gatas para estar de pie meto la cabeza en una especie de respiradero.


Subimos a la primera planta pero para continuar hay que subir por una estrecha escalera de caracol donde además hay  un importante trasiego de gente por lo que Lupe se queda con las niñas y con la mochila y subo yo sólo. La subida se hace eterna, pero no más que la vuelta hasta los Jerónimos que ya el cansancio va haciendo mella.

Nos acercamos a la pastelería de Belem pero la cola sigue siendo grande por lo que mientras Lupe hace unas compras yo me acerco a otra pastelería y compro los pasteles allí.
Cogemos el autobús y volvemos al camping. 

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Portugal. Día 5. Lisboa: Baixa, Alfama y Barrio Alto.


Nos tomamos la salida tranquila, decido afeitarme y ducharme en la auto para probar y de lujo, calentito con el agua suficiente y lo mismo el espacio, suficiente hasta para mí.

Cogemos el autobús 714, no es caro 8,75 los cinco. Pero tarda muchísimo en llegar al centro casi una hora. En una parada de Belem vemos de nuevo, y por última vez, a la familia vasca a la que saludamos desde el autobús.


Bajamos en la plaza Figueira, donde compramos abonos transporte para 1 día a 5 € más 0,5 de la tarjeta 7 colinas. En la cercana plaza de Santo Domingo nos sorprende la presencia de muchas personas, hombres principalmente, de raza negra. Parece ser que en la semi destruida iglesia del mismo nombre hubo un párroco originario de Guinea, por lo que sus compatriotas iban allí para oírlo predicar y desde entonces es costumbre que se reúnan allí. Después tenemos que hacer una parada técnica en el McDonald de la Praça Dom Pedro IV. Una vez todos listos enfilamos la peatonal Rua Augusta. Se trata de una calle turístico – comercial donde compramos algunos recuerdos. Por el arco de la Rua Augusta desembocamos en la Plaza del Comercio.



Observamos y cruzamos esta gran plaza hasta llegar a las aguas que el Tajo a vertido en el Mar de la Paja buscando el Atlántico y decidimos quedarnos allí a comernos unos bocadillos, mientras observamos el puente 25 de Abril y el Cristo en la colina del Almada al otro lado del estuario.  Aparece un señor que tiene una curiosa forma de alimentar a las gaviotas y que entretiene al turisteo.

Volvemos hacia el centro por la Rua Prata, en una tienda compramos unos zumos y una bola de carne y queso que supongo será algo típico de Lisboa, pero la verdad es que no es gran cosa.

Nos vamos hacia la Catedral y allí subimos al tranvía nº28, damos una vuelta por Alfama, hasta llegar al Castillo de San Jorge. Empieza a llover y nos refugiamos en una parada de autobús, cuando llega subimos y nos vamos de nuevo a la parte baja.

Vamos al elevador de Santa Justa en el que hay una cola importante, subimos y admiramos Lisboa desde otro punto de vista. Ya en el barrio alto tomamos un café en una plaza junto a las ruinas del Convento do Carmo  destruido por el terremoto de Lisboa de 1755. Junto a las ruinas hay cuartel de la guardia nacional republicana cuya puerta vigila un soldado con uniforme de gala y sable al hombro.


Nos ponemos a andar para buscar el  ascensor de la gloria y sin querer encontramos la magnífica iglesia de San Roque, bajamos y llegamos a la Praça dos Restauradores desde donde pasamos por la Estación de Rosio y de allí volvemos a la iglesia de Santo Domingo en la que admiramos su semidestruido interior, desde allí a la Plaza Figueira para iniciar la vuelta.

Cogemos el autobús, desde donde vemos una impresionante cola en la pastelería Belem, los franceses que van detrás de mí en el autobús me dicen que por la mañana era igual.

Al llegar al camping lo primero voy a vaciar y llenar. Las niñas se tranquilizan haciendo una cruz adornada con flores y después viendo vídeos de semana santa, que se echa de menos, y no se portan mal ni para acostarse.




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Portugal. Día 4. Sintra.

Alguna de las niñas ha tocado diana temprano, nos hemos puesto en marcha muy rápidos. El viaje ha sido tranquilo porque el primo igo nos ha mostrado las carreteras secundarias portuguesas y la velocidad tenía que ser lenta, aunque los portugueses no observen esa necesidad.

Al llegar a Sintra nos hemos encontrado con una calle en la que nos indicaba prohibido para vehículos de más de 3,5t. No nos hemos atrevido a entrar pero después de unas vueltas estábamos otra vez allí y esta vez si que hemos entrado, fue el bautismo de fuego con “el bicho”, pero superado sin más problema que en una calle de doble dirección cuando bajábamos subían tres jeep cargados de franceses, luego nos hemos enterado en el parking donde todavía quedaban más de una decena de Jeep que eran empleados de la empresa de seguros Axa, que se dedicaban a realizar pruebas tipo gymkana por la sierra,. El parking muy bueno, con otras dos autos aparcadas una de ellas española, el único temor que se nos pegaran mucho los coches de los lados y no pudiéramos maniobrar para salir. Para los que se atrevan parece buen sitio para pernoctar.


Hemos subido hacia el Palacio Nacional de Sintra que estaba cerrado, no entraba en nuestros planes visitarlo, y desde allí a la oficina de turismo donde hemos cogido unos planos y hemos preguntado por el autobús para subir al Palacio da Pena que se coge en la misma puerta. Nos colocamos en la parada, que no hay nadie pero pronto la gente empieza a amontonarse literalmente, porque parece que nadie está interesado en hacer cola.

El autobús no tarda pero pese a entrar los primeros es imposible sentarse, el conductor nos indica que las niñas no pagan sin ni siquiera preguntar su edad. Aunque parece estar lleno la gente sigue entrando, pero cuando la puerta se cierra el conductor inicia una competición no se sabe cómo ni con quien  pero quiere llegar pronto arriba, no le importa que en algunas curvas incluso tenga que maniobrar porque el autobús no cabe. O tienen plus por viaje o simplemente es la manera de conducir lusa.

Al llegar al Castillo dos Mouros invita al persona a bajar y al ser preguntado indica que el Palacio da Pena está a 500 metros, 10 minutos a pie … y sería verdad, pero subiendo una pared.

En la taquilla comprobamos que las mayores tienen que pagar por lo que decidimos que todas tienen un año menos y compramos la entrada combinada para Mouros y Pena. Accedemos al recinto del Castillo dos Mouros, pero para llegar hasta él hay que recorrer un largo pero agradable camino durante el que nos vamos entreteniendo hasta con los abejorros. Cuando por fin accedemos al castillo el viento sopla muy fuerte por la otra cara de la montaña, el castillo tiene grandes almenas muy bien conservadas.


Cuando recorremos el camino de vuelta nos volvemos a encontramos con la familia vasca que han visitado primero El Palacio da Pena y luego han bajado andando hasta el Mouros, esta opción creo que es más acertada.


En la salida nos tomamos un descanso, vamos al servicio e iniciamos la subida, cuando llegamos a la entrada del palacio en realidad falta mucho por subir pero por un módico precio de 2 euros te sube una especie de tranvía. Sintra es el parque temático de los palacios y las Quintas.


Su aspecto exterior y el lugar donde está construido son imponentes pero cuando se accede al interior la sensación es la misma, lástima que no permitan hacer fotos.
Bajamos de nuevo en el falso tranvía y esperamos autobús, el primero pasa lleno y no para, cuando llegamos abajo buscamos un restaurante, y pedimos para las niñas huevos fritos, los huevos de la paz, la comida resultó tranquila.

Nos fuimos para la auto, aunque de camino pensamos que podíamos visitar la Quinta Regaleira pero decidimos que mejor irnos a Lisboa temprano, ya tenemos excusa para volver por aquí.

Salimos sin problemas del parking, tuvimos un buen viaje y llegamos al camping sin problemas. El Camping es el más caro de todos los que hemos visitado y además nos falta un adaptador para enchufar. En el camping nos lo venden a 25 € aunque me recomiendan ir a Leroy Merlín que esta cerca. Pero tenemos que atravesar una rotonda con semáforos en la que varios se abren a la vez. No podemos entrar en el parking, compro cable y enchufes por 8 €, aunque los tengo que montar con cuchillo y tijeras.
En el camping las niñas conocen a unas niñas de Vigo.





Kilómetros recorridos: 58 Km


Tiempo empleado: 1h 51’


Pernocta Camping Monsanto: 34,45 €

Parking Sintra: 38.796944, -9.388611



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